Una vacuna experimental contra el virus respiratorio sincitial ha conseguido una alta eficacia en la última fase de pruebas en humanos por primera vez en 60 años, cuando se empezó a buscar una inmunización.
Este virus mata cada año a unos 100.000 recién nacidos y a decenas de miles de personas mayores en todo el mundo.
Es un patógeno estacional que causa neumonía en adultos y bronquiolitis en bebés. Este invierno, regresó tan fuerte tras la pandemia que colapsó las UCI pediátricas de grandes hospitales en España.
Esta vacuna esconde una gran historia de descubrimiento científico.
Si no se hubiesen empleado años en investigar este virus a nivel molecular no hubiera sido posible crear en meses las inyecciones contra la covid que han salvado millones de vidas.
La compañía farmacéutica GSK desarrolló una nueva vacuna, cuyo nombre científico es RSVPreF3 OA, y se probó en 25.000 pacientes de 60 años o más.
Los resultados vistos en la prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine, muestran una eficacia del 82,6% contra la enfermedad respiratoria y del 94,1% contra los casos más graves.
El fármaco también muestra alta eficacia en los pacientes que más lo necesitan: aquellos con otras enfermedades que debilitan su inmunidad.
Además, la vacuna neutraliza igual de bien a las dos principales variantes del patógeno, que pueden circular simultáneamente.
A esta vacuna diseñada para las personas mayores se sumará otra similar destinada a embarazadas.
Las madres que reciben la inmunización generan anticuerpos que atraviesan la placenta y protegen al bebé de sufrir una infección grave.
Su eficacia es de un 81% en los primeros meses de vida, y un 67% en los tres siguientes, según los datos publicados por Pfizer.
A estas dos vacunas se suman otras inmunizaciones y también un anticuerpo monoclonal recientemente aprobado en Europa.
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