El país asiático ha decidido progresivamente dejar de utilizar procesadores y software provenientes de Estados Unidos en sus equipos gubernamentales. Esta medida, parte de su estrategia para reducir su dependencia tecnológica del extranjero, implica que los PCs de los funcionarios chinos ya no podrán contar con procesadores Intel o AMD, ni ejecutar el sistema operativo Windows de Microsoft.
Esta acción se enmarca dentro del plan «Made in China 2025», el cual busca disminuir la dependencia tecnológica externa y alcanzar un liderazgo en innovación tecnológica para el año 2050. La decisión tendrá un impacto significativo en empresas como Intel y AMD, dado que China representó una parte considerable de sus ventas el año pasado.
Para sustituir estas tecnologías extranjeras, China ha comenzado a promover alternativas locales. Por ejemplo, en una lista publicada por el Centro de Evaluación de la Seguridad de la Tecnología de la Información de China, se destacan CPU de empresas chinas como Huawei y Phyntium, que abarcan diferentes arquitecturas.
Además de los procesadores y el software, China también está restringiendo el uso de teléfonos inteligentes extranjeros por parte de sus funcionarios públicos, lo que ya ha afectado a empresas como Samsung y Apple. Desde que se anunció la prohibición del uso de iPhones por parte de los funcionarios públicos chinos, las acciones de Apple han experimentado una caída significativa.
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